La Navidad y el Año Nuevo son dos de las celebraciones más importantes a nivel mundial. En general, representan un hito significativo para todos nosotros: el cierre de un año, un tiempo para regalos, festividades y reuniones familiares. Para los cristianos practicantes, también es una emotiva fiesta religiosa.
Independientemente de los acontecimientos históricos, es probable que hayas escuchado a tus familiares hablar sobre cómo solían celebrar estas fechas. Aunque muchas personas tienen tradiciones navideñas, especialmente en países norteamericanos y europeos, como cantar villancicos y bailar alrededor del árbol, otras, en tiempos pasados, optaban por intercambios de alimentos que incluían vegetales, frutas y animales en lugar de comprar regalos en grandes tiendas.
Las decoraciones también desempeñan un papel importante, y aunque hoy en día desconocemos su significado, hace siglos cada adorno tenía un propósito específico. Por ejemplo, el acebo con sus brillantes hojas verdes y frutos rojos se consideraba una decoración ideal desde la antigüedad. Los celtas lo consideraban sagrado y capaz de proteger contra los malos espíritus, mientras que los romanos lo utilizaban como regalo para expresar cariño y buena voluntad. Lo mismo sucede con el muérdago, utilizado para decorar y proporcionar fertilidad, así como para proteger los cultivos durante la temporada de Navidad y Año Nuevo, que coincide con el solsticio de verano/invierno.
En cuanto a la comida, generalmente se servía un almuerzo temprano que incluía sopa, caldo o cocido ligero con diversas carnes, seguido de un estofado de verduras con puerro y cebolla. Durante estas fechas, también se recibían raciones adicionales de pan, huevos e incluso un valioso gallo o un par de gallinas, junto con leña como parte de los regalos. Para los niños, era común recibir juguetes sencillos como silbatos, zancos, bolitas, muñecas y figuras de madera.
En las celebraciones de Año Nuevo, solía ser común elaborar listas de promesas que se convertirían en propósitos para el próximo año. Esta práctica, que lleva miles de años, ha perdurado en el tiempo. Además, dependiendo del país, encontramos diversas tradiciones. En Chile y el resto de Latinoamérica, cada país tiene sus propias supersticiones y tradiciones. Las más populares incluyen llevar ropa interior de color amarillo, dar una vuelta con la maleta para propiciar viajes, comer 12 uvas con las 12 campanadas del reloj para tener buena suerte y disfrutar de un plato de lentejas para atraer el bienestar económico. En Ecuador y Colombia, es común vestirse de viuda para despedir el año que ha pasado. En otros países, las tradiciones incluyen tirar platos a la puerta de amigos o familiares para ahuyentar los malos espíritus y atraer la buena suerte, así como la quema de muñecos o hacer fuegos para alejar lo negativo del año que acaba de pasar. Estas prácticas simbolizan aprender de lo pasado y atraer buenas energías y renovación de ánimos para el próximo año.
En resumen, las festividades de fin de año son las más celebradas en todo el mundo, sin importar la zona horaria o el continente. Lo más importante es que exista prosperidad y unión entre las personas.
Camila Soto.