Buscando información sobre vanguardias en cosmética nos encontramos con muchas novedades acerca del uso de pre y probióticos. Pero ¿de qué se trata cada uno de estos conceptos?¿hay alguno específico para fines cosméticos? Sobre esto y más los invitamos a leer en el siguiendo artículo.
¿Sabías que un centímetro de nuestra piel contiene casi un millón de bacterias? Y a pesar de que nos han hecho creer que no son muy beneficiosos para nuestra salud, la gran mayoría de los microorganismos que viven dentro y sobre nuestro cuerpo son comensales no patógenos. Es decir, que sí nos aportan valiosas funciones que nuestras propias células no son capaces de hacer por sí solas.
Específicamente, en el área de la dermatología ha cambiado mucho la mirada sobre estos microorganismos, pasando de ser generalmente asumidos como patógenos que causan enfermedades, a considerar a muchos de ellos como verdaderos “colaboradores” en la curación de nuestra piel. Se ha logrado entender que la existencia y actividad de estos microorganismos en nuestra piel modifican el curso de enfermedades, afectan a nuestra inmunidad, influyen en el metabolismo e incluso, modulan la interacción de nuestro cuerpo con los medicamentos.
Estos microorganismos crecen en colonias, proporcionándose así un micro-hábitat, donde realizan sus funciones, y aunque los cultivos tradicionales de estos organismos sólo han logrado aislar menos del 1% de las bacterias que habitan en la piel, con el uso de nuevas tecnologías se han logrado importantes mejoras. Y es que, si bien se conocen aquellos organismos que forman parte de la flora digestiva, los que “alojan” en nuestra piel sólo han comenzado a estudiarse recientemente.
Recordemos que la piel es un órgano complejo sobre el que conviven en perfecta armonía un sin número de comunidades de microbios. Y al hablar de perfecta armonía se alude a que estos organismos establecen una especie de comunicación con nosotros mismos, a través de nuestra piel, y lo hacen utilizando nuestro propio sistema inmunitario, a la vez que nos ayudan a desarrollarlo. Cuando esta armonía o equilibrio se rompe, aparecen enfermedades inflamatorias, infecciones, alergias o enfermedades autoinmunes.
Es así que los expertos han confirmado que las bacterias tienen efectos positivos en nuestra piel porque construyen una flora natural, el llamado microbioma de la piel. Se llama microbioma de la piel al conjunto de microorganismos presentes en ella, y la microbiota alude a cualquier microorganismo presente en cualquier parte del cuerpo (intestino, nariz, mucosa de la boca, pulmones, piel, etc.). De todos los microorganismos asociados a nuestro cuerpo que se conocen, sólo 200 se consideran verdaderos patógenos, el resto son comensales o patógenos facultativos (es decir, que pueden generar alguna enfermedad ocasionalmente y en función de la situación de cada persona).
Los médicos han descubierto que tanto la microbiota intestinal como la cutánea producen sustancias que llegan al cerebro y producen una reacción, reproduciendo unos péptidos que alteran, tanto para bien como para mal, la microbiota cutánea. A este proceso se le denomina el “eje piel-intestino-cerebro”, y explica patologías como la ansiedad o depresión, que ocasionan tanto alteraciones cutáneas como intestinales.
Sin embargo, el microbioma de la piel es tan particular como la forma de ser de una persona o como su huella dactilar. Así, los microorganismos difieren de una persona a otra y varían según la genética, la edad, el sexo y el estilo de vida. En los últimos años, los investigadores han descubierto que cuando esta diversidad bacteriana natural en la piel está equilibrado, actúa como un escudo de protección natural imprescindible para mantener una piel sana.
¿Cómo cuidar la microbiota?
Los especialistas están de acuerdo en que lo más importante es la aplicación de un buen protector solar, que actúe como escudo frente al sol, pero también contra la polución, evitando que la microbiota se desequilibre. Además, para no dañar las bacterias beneficiosas para la piel, la formulación de los cosméticos debe ser “amable”; es decir, que los conservantes de las cremas aplicadas sobre la piel sean suaves y seguros, y que el pH de la fórmula sea compatible con el de la piel. Si los conservantes son normales, o si los pH están fuera de rango, matarán a las bacterias, tanto benignas como patógenas. Por eso es importante incorporar en las fórmulas la cantidad de conservante justa para que los hongos y las levaduras no crezcan, pero que permita vivir a las bacterias buenas, que son necesarias para tener la piel sana.
Cabe preguntarse entonces, por qué se desequilibra la flora cutánea, si con una piel sana los microorganismos y la piel están en equilibrio, y en esta condición ideal no se requeriría ninguna acción y el sistema inmune natural funcionaría y evitaría a los "patógenos". Pero los expertos nos explican que el cuidado incorrecto, los desinfectantes, el estrés, la exposición a los rayos UV, la contaminación ambiental y algunas predisposiciones genéticas pueden causar un desequilibrio de la microbioma de la piel. Las consecuencias van desde una piel sensible hasta la dermatitis atópica o psoriasis. El riesgo es que una piel desequilibrada promueva el desarrollo de bacterias "inadecuadas". Llevando al desarrollo de una piel seca, irritable, enrojecida, vulnerable y con envejecimiento acelerado. Es en estos casos cuando se puede obtener ayuda de los cosméticos con pre y probiótico.
Ahora, y si bien los términos pre y probióticos llevan muchos años entre nosotros en el campo de la alimentación, hace poco tiempo que la industria cosmética los ha incorporado, pensando en sus beneficios para el cuidado de la piel, ya que contribuyen a regenerar la barrera defensiva de la epidermis, lo que es muy interesante en tratamientos papa pieles sensibles y con tendencia atópica e incluso para pieles maduras que han perdido parte de su capacidad de regeneración.
¿Prebióticos o probióticos para la piel?
Aunque suenen igual, los probióticos son microorganismos vivos mientras que los prebióticos son sustancias sin vida, que estimulan el crecimiento de los microorganismos ya existentes. En palabras simples, los prebióticos son el alimento para la microbiota de la piel (o del intestino), capaces de equilibrarla.
Cabe destacar que en la cosmética no se pueden usar bacterias vivas como son los probióticos, porque los conservantes por mínimas cantidades que se utilicen, se introducen en las fórmulas con el fin de matar cualquier bacteria rápidamente, pensando especialmente en bacteria no beneficiosas que podrían contaminar el producto. Además, se deben considerar los análisis que evalúan la limpieza de la formulación que no permiten la existencia de bacterias vivas en las fórmulas. Por ello, es más lógico el uso de prebióticos para el uso cosmético, ya que el objetivo es activar la regeneración de la flora natural de nuestra piel para que se recupere, equilibre y reproduzca de manera más rápida, mientras que los probióticos no tienen casi ningún efecto a no ser que sean ingeridos.
La confusión se genera porque por ejemplo si se miran los ingredientes de algunas cremas, a veces aparecen nombres de bacterias, pero en realidad es el activo resultante de su fermentación el favorecerá la microbiota cutánea. De igual manera, se pueden usar bacterias fermentadas en los cosméticos porque al haber pasado un proceso de fermentación, sus componentes se simplifican –se segmentan en trocitos- y son más fácilmente aprovechables por nuestro organismo.
De acuerdo a lo anterior, los prebióticos contribuyen a que la flora bacteriana que habita nuestro organismo se mantenga equilibrada, evitando que este equilibrio se vea alterado, y con ello algún problema en la piel, como escozor o irritación. Por este motivo, los laboratorios cosméticos han puesto el foco sobre los prebióticos activadores de bacterias con los que alimentar a la flora bacteriana de la epidermis.
El desafío de esta tecnología reside en que cada persona tiene su propia combinación de bacterias de la piel que varían en función de la zona geográfica, del tipo de piel, etc., de manera que las investigaciones apuntan en realidad a averiguar cuál es el nivel óptimo de bacterias para que un grupo de ellas no crezca demasiado y produzca un desequilibrio que implique un problema para la salud de nuestra piel.
Actualmente, las marcas cosméticas investigan qué impacto tienen sobre el microbioma determinados ingredientes, con el fin de desarrollar nuevas fórmulas de tratamiento. Por ejemplo, se están realizando estudios con agua termal que mejoraría las defensas inmunitarias de la piel al reducir la población de bacterias Staphylococcus, presentes en la piel atópica. Y si bien, hasta ahora podíamos encontrar este tipo cosmética especializada en afecciones de la piel en farmacias, la cosmética de vanguardia ha empezado a trabajar sobre formulaciones cosméticas dirigidas a un público más general, que no necesita resolver un problema dermatológico sino que busca un tratamiento de cuidado facial que mejore el cutis en un sentido estético.
Para que la piel funcione adecuadamente y se proteja a sí misma, necesita los niveles correctos de pH y miles de millones de bacterias de la microbiota natural, tanto beneficiosas como perjudiciales, y una falta de equilibrio puede tener como consecuencia un problema dermatológico crónico; pero incluso si no existe este tipo de problemas, el uso de prebióticos para la piel puede ayudar a reducir la pérdida de agua, aumentar la hidratación y dejar la piel con un aspecto suave, radiante y flexible.