Siempre agradecemos tener más herramientas para que nuestros chic@s encuentren paz y crecimiento integral en sus prácticas diarias. A veces, el tiempo demandante de la ciudad, los compromisos de los adultos o simplemente el desconocimiento no nos permite observar detenidamente lo que con simples acciones podemos aportar a nuestros niñ@s. Aquí Valentina Silva nos cuenta sobre el mindfulness y de cómo traspasar esta práctica a los pequeños.
El mundo actual se ha configurado alejando al ser humano de su vida espiritual. A los adultos, desde nuestra infancia nos han alertado por la falta de concentración, la hiperactividad, el poco manejo emocional. Pero, ¿alguna vez se ha incorporado en la enseñanza técnicas que ayuden a gestionar las emociones y que permitan una mayor conciencia del ser?
Numerosas investigaciones han señalado la importancia de incorporar el mindfulness para mejorar diferentes problemáticas actuales en la infancia, sobre todo en tiempos difíciles.
Etimológicamente, el término inglés mindfulness es una traducción de la palabra “Sati” de la lengua Pali en la que se encuentran escritas las colecciones más antiguas de los textos budistas. Sati, en la terminología budista, y en la mayor parte de los casos, se refiere al presente y como término psicológico general conlleva el significado de «atención» o «conciencia». El Mindfulness sienta sus bases hace 2.500 años atrás, “concretamente con la figura de Siddharta Gautama (Buda Shakyamuni), que fue el iniciador de una tradición religiosa y filosófica ampliamente extendida en todo el mundo (budismo) y cuya piedra angular es precisamente, la práctica del mindfulness”, éste constituye la vía occidental del método para la cesación del sufrimiento.
Mindfulness es prestar atención de una manera especial: intencionadamente, en el momento presente y sin juzgar. Es la capacidad humana universal y básica, que consiste en la posibilidad de ser conscientes de los contenidos de la mente momento a momento. Es un estado que requiere de las siguientes actitudes: aceptación, sin juzgar, mente de principiante, vivir el presente, soltar, bondad amorosa, compasión y autocompasión.
Las intervenciones basadas en mindfulness pueden mejorar la salud (física y mental) y el bienestar emocional en la infancia para formar y preparar a adultos conscientes. Son tres los grupos de prácticas básicas: de atención, de consciencia corporal y prácticas integrativas (o la atención plena en la vida cotidiana). Además, están las prácticas de aceptación (dirigir la atención a lo que ocurre en el momento presente con el compromiso de experimentar la realidad tal como es, sin resistencia) y de compasión (ser testigo del dolor y responder con amabilidad y comprensión). Mindfulness es tomar conciencia en el presente, sin juzgar, en que cada pensamiento, sentimiento o sensación que surja en el campo atencional es reconocida y aceptada tal y como es. Es la observación no enjuiciadora de la continua corriente de estímulos internos y externos, tal y como surgen. Es la conciencia de la experiencia presente con aceptación. Es la tendencia a ser conscientes de las propias experiencias internas y externas en el contexto de una postura de aceptación y no enjuiciamiento hacia esas experiencias.
Existe notable evidencia empírica, psicoterapeútica y neurofisiológica, que revela que las aplicaciones específicas de mindfulness mejoran la capacidad de regular las emociones, de combatir las disfunciones emocionales, optimizar las pautas cognitivas y reducir los pensamientos negativos. Se observa un mejorable funcionamiento del organismo, pues hace que los procesos de curación, de respuesta inmunitaria, la reactividad al estrés y la sensación general de bienestar físico funcionen más eficazmente. Las relaciones con uno mismo y con los demás también mejoran ya que permite aumentar la capacidad de empatía y compasión; se han comprobado los efectos positivos de esta herramienta en el incremento de los niveles de creatividad. Se asocia con la reducción del estrés, ansiedad, síntomas de depresión, reactividad, problemas de conducta y tendencia a distraerse (tanto de estímulos internos como externos). Mejora la concentración, la atención, la memoria de trabajo, la capacidad de darse cuenta o ser consciente, la capacidad de manejar las emociones, el autocontrol, la comprensión hacia los demás, la autoestima, el rendimiento académico y el sueño. Permite lograr una mayor tranquilidad y relajación, además de ayudar a desarrollar habilidades naturales de resolución de conflictos.
“El mindfulness permite que la mente “discierna” su propia naturaleza y revele a la persona los conocimientos, las ideas preconcebidas y las reacciones emocionales que están incrustadas en el pensamiento y en las respuestas reflexivas que generan estrés interno. Al des-identificarse de los pensamientos y de las emociones y al darse cuenta de que estas actividades mentales no equivalen al “yo” y de que no son permanentes, la persona puede dejar que aparezcan y se desvanezcan, como si fueran burbujas en una cazo de agua hirviendo” Siegel.
¿Cómo iniciar una crianza mindfulness?
Para sembrar la semilla de vida consiente en la infancia, se debe partir por el ejemplo y la comunicación. Lo que se ve se aprende y se integra, esa es la razón por la que muchas veces somos espejos de nuestros hijos. Integrar el mindfulness es más sencillo de lo que piensas, no es necesario explicarles a tus hijos que están iniciando una vida en mindfulness, o llenarlos de información que los puede confundir. La mejor forma es comunicarse con palabras sencillas y acordes a la edad, por ejemplo, en vez de “conciencia plena” se puede hablar de “darse cuenta” de lo que ocurre en el interior (sensaciones corporales, emociones, pensamientos...) y también de lo que ocurre en el exterior (sonidos, aromas…)
La idea es partir por una rutina de al menos 5 minutos diarios, en el que se pueda comunicar y exteriorizar sin juicio lo que está ocurriendo (interior-exterior). Hay que recordar que no todo es de inmediato y para ver resultados se necesita de la constancia.
- Aceptar las emociones que surjan sin juicio: Es muy importante validar sus emociones y que reconozcan el nombre de lo que les sucede, a través de la palabra o de un dibujo. Puede ser útil preguntar en que parte del cuerpo sienten esa emoción y preguntarles si esa emoción puede ayudarlos a rescatar algo positivo. Esto ayudará a reflexionar y a encontrar una solución.
- Crear una rutina corta antes de dormir: Se puede hacer un escaneo del cuerpo con los ojos cerrados para que tomen conciencia de cada una de las partes de su cuerpo y de su respiración.
- Con movimientos: es sumamente importante incorporar el cuerpo, tomar conciencia de las sensaciones corporales. Puede ser a través del baile, a través del yoga, o simplemente a través de caminar poniendo atención es cada paso que se da, e ir experimentando con los sonidos y los alrededores. Luego tomar un descanso cerrando los ojos, y prestar atención en los latidos del corazón, en las piernas y en la mente.
- A través de la alimentación: Sentir texturas, aromas y sentir cada masticación. Evitando artefactos eléctricos como el computador, televisor y celulares a la hora de comer.
Ejercicio: Con la atención de la rana.
Sentarse cómodamente en un lugar tranquilo. Explicar: “Una rana es una animal muy especial. Puede dar saltos enormes, pero también puede estar sentada muy quieta. Se da cuenta de todo lo que pasa a su alrededor, pero no reacciona de inmediato y respira con mucha calma. Así, la ranita no se cansa, y no se deja arrastrar por todo tipo de ideas interesantes que se le pasan por la cabeza; durante todo el rato está sentada, unida a su respiración. La rana está quieta, muy quieta mientras respira, su barriguita se abulta poco y después se hunde de nuevo. Una vez tras otra. Lo único que necesitas es atención. Estar atento a tu respiración. Atención y tranquilidad”.
Acompañar la infancia con estas prácticas ayuda a retomar conciencia con facilidad en habilidades innatas de cada individuo, como estirar el cuerpo, respirar o relajarse.
“Al parecer los seres humanos tenemos originalmente incorporados sus fundamentos, pero a medida que crecemos, vamos perdiendo la capacidad de conectarnos con nuestro cuerpo, mente y espíritu” (Kojakovic)
Valentina Silva H.
Naturópata
Referencias
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